Día uno de noviembre y yo paseando de buena mañana por Varsovia, había desayunado y paseado por el centro y estaba vagando recorriendo calles cuando empecé a fijarme en que había mucha gente llevando un ramillete de una misma flor todos, al principio pensé que vaya coincidencia, que sería la flor típica o algo así. Pero seguía pasando gente con esos ramilletes y con otros más grandes, y caí en la cuenta de que era el día de todos los santos y que siendo Polonia tan católica como es, seguro que estaban los cementerios a tope. Y como me gusta un cementerio más que a un tonto un pito, los seguí.
Me subí a un bus donde había dos abuelitas esperando con su ramillete y pensé que me bajaría donde se bajaran ellas… y llegué a un cementerio católico ENORME que se une a otro judío no más pequeño en los que eché la mañana y dónde sólo me faltó dar saltitos de emoción.
Estaba abarrotado, la gente pone flores y velitas a sus seres queridos o a gente que ha sido especial para ellos (luego vería un montón de velas bajo la ventana dónde se alojaba Juan Pablo II cuando iba a Varsovia, por ejemplo). No sé si se puede considerar que es una fiesta, pero el ambiente es en cierta manera festivo, familias enteras recorriendo el cementerio, amigos que se encuentran cada año… es difícil de explicar, pero el sentimiento era muy entrañable.
Si os diera curiosidad ir, se puede llegar en autobús o en tranvía desde la estación de tren, por ejemplo. Yo soy muy de cementerios, así que no puedo sino que recomendarlo.
Los cementerios son el Cmentarz Powązkowski y el Cementerio judío de la calle Okopowa
Como gran admiradora también de los cementerios tengo que decirte que este, con sus tumbas llenas de musgo y desencajadas, es de terror absoluto… mencantaaaaaa!!
Quiero que sepas que le pedí a toayita que me llevara al cementerio de Elche y no lo hizo. ¡Ahora tendré que volver!
Juas! No tuviste suficiente con el atracón de palmeras? Mala gente Toayita… 😛